Las Instituciones - MILENO GRANADA

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Las Instituciones

SOCIEDAD

INSTITUCIONES
Las ordenación geográfico-administrativa del territorio nazarí se adaptó a   la anterior vivida en el al-Andalus y comparte su misma problemática.
El territorio estaba formado por las antiguas coras de Granada, Málaga, Almería, Ronda y parte de Algeciras entre 1237 y 1492 y fue una entidad política denominada emirato o sultanato, regido por la dinastía de los Banu Nasr y fue el último Estado andalusí, cuyo ámbito y capital, Granada, se instaló una nueva dinastía, sin continuidad respecto a los poderes anteriores, y formando un conjunto espacial en la geopolítica andalusí. Ningún vínculo dinástico une la taifa granadina de los bereberes ziries. Pero las instituciones andalusíes variaron durante sus ocho siglos, mucho menos que las de los Estados cristianos peninsulares.

EL SOBERANO, LOS VISIRES Y LOS SECRETARIOS
La institución principal era la corte y al frente de ella estaba el soberano como máximo representante. Los reyes nazaríes ostentaban la autoridad absoluta y un carácter casi religioso. La proclamación del monarca se hacía en un acto público, en la que se leía el nombramiento oficial, después los altos dignatarios presentes, prestaban, uno a uno, juramento de obediencia, inclinándose ante el monarca y besándole la mano.
El lema oficial era Sólo Dios es vencedor (wa la galib illa Allah), que figuraba en las monedas y tan repetido se halla en las paredes de la Alhambra. El color oficial era el rojo, tanto en los estandartes y banderas como el papel de la correspondencia oficial
Los soberanos nazarís poseían la legitimación, propagación y representación de la dinastía que no solo era un linaje árabe, sino una estirpe que los vinculaba con el defensor de Mahoma. El soberano dirigía personalmente la política exterior del reino, recibiendo a los embajadores de otros estados y manteniendo correspondencia con otros soberanos, incluso, visitándolos si era necesario, también solía realizar viajes oficiales dentro de sus fronteras para conocer directamente la situación de sus ciudades, sus pueblos y gentes. El soberano algunas veces participaba personalmente en campañas mitrares.
En Granada capital, concedía audiencias públicas semanales, y en el curso de ellas cualquiera podía exponer sus quejas, que, luego, eran examinadas por su Consejo. El monarca acudía a la mezquita cada viernes, ocupando un lugar aislado del resto de los fieles y presidia la oración en las grandes fiestas coránicas.
En el ejercicio de su poder, el soberano se veía auxiliado por diversos personajes.  Encabezaba la lista el visir, especie de ministro de estado, el nombramiento de este cargo dependía del monarca, debían de pertenecer  buen linaje, ser austero y tener cultura, en lo últimos años, hubo verdaderas dinastías de dignatarios que pertenecían a la misma familia.
A partir del siglo XIV apareció un nuevo título, el hayib, cuyas funciones era la diplomacia, la judicatura, la correspondencia oficial y el ejército, actuando siempre en nombre del soberano
El katib, o secretario, seguía en importancia al visir, era jefe de un departamento, la Secretaria de Estado, que se ocupaba de la correspondencia oficial, además de tener a su cargo un cuerpo de traductores, actualmente se han conservado en cortes cristianas cartas bilingües procedentes de soberanos nazaríes, escritas desde Granada. El termino katib, significa en árabe escriba, también solía existir el secretario personal del monarca, que tomaba notas personales que aquél le dictaba apropósito de asuntos concretos, y que, luego, tal secretario debía de trasladar a funcionarios superiores para que los ejecutaran. Los escritos que salían de la Secretaria de Estado eran textos muy floridos, comenzaba señalado quien era el sultán nazarí titular y la del rey o persona a quien iba dirigido, luego explicaba el objeto de la carta y concluía con fórmulas de alabanzas a Dios y al Profeta, a partir del siglo XIV lo monarcas ponían una nota autentificando el escrito. Se escribía sobre papel o sobre pergamino rojizo que se doblaba varias veces y luego se cerraba con cuerda sobre la que  colocaba un sello con cera también roja, con el lema de la dinastía.

 
 
 
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